✉️ #7 🧠 A mind altering audio thriller
A finales del siglo pasado, antes de comenzar a escribir y dirigir sus propias películas, el cineasta Laurent Tirard trabajaba como periodista entrevistando a los directores que visitaban París para promocionar sus últimos estrenos. Motivado por su curiosidad, Laurent tardó poco en convertir aquella circunstancia profesional en la oportunidad de asistir a breves clases de cine: preparó un cuestionario con una serie de preguntas atemporales que comenzó a incorporar a aquellas entrevistas siempre que tenía ocasión, con preguntas tan pragmáticas como saber qué les llevaba a decidir qué tipo de plano utilizar hasta otras más filosóficas como si hacían películas para expresar ideas concretas o si era hacer películas lo que les servía para descubrir lo que querían contar. Lo que buscaba era no limitarse a hablar con todos aquellos cineastas de su último estreno, sino conocer mejor su forma de ver la profesión y descubrir qué respuesta obtenía a las mismas cuestiones de un grupo heterogéneo de directores.
Todas aquellas conversaciones pudieron leerse originalmente en una sección fija de la revista Studio, convirtiéndose más tarde en dos libros: Lecciones de cine y Más lecciones de cine. De todas las respuestas recuerdo especialmente una de las incluidas en el primer libro: la que Woody Allen le dio cuando Laurent le preguntó por su método para dirigir actores. Allen, avisándole de que siempre que contestaba a esta pregunta la gente solía pensar que lo hacía bromeando, le respondió que «lo único que debes hacer es contratar a gente con talento y dejar que hagan su trabajo».
Después Allen se explayaba hablando de por qué considera interesante confiar en el instinto de los actores y de cómo planifica sus escenas para favorecer las actuaciones, pero creo que, en esencia, en su respuesta subyace la importancia de contar con un buen casting. Y un buen casting no significa necesariamente conseguir a los mejores actores disponibles, sino a los que mejor encajen con las necesidades del proyecto y sus personajes. Hay buenos actores que han interpretado buenos guiones con un resultado alejado del que se podía esperar, y el problema está muchas veces en que esa combinación no era la adecuada. Más allá de la capacidad transformadora y la técnica interpretativa que pueda tener un actor, creo que cuando se diseña un reparto es importante tratar de descubrir si cada intérprete va a conseguir aportar lo que necesitas de forma orgánica y natural. Dos actores que interpreten un mismo texto siguiendo las mismas indicaciones pueden dar un resultado completamente opuesto, básicamente porque son dos personas diferentes. Es algo obvio, pero nunca llegas a ser consciente de cuánto es así hasta que tienes la oportunidad de comprobarlo.
Este verano estrenamos la versión en inglés de Blum, el podcast de ficción producido por El Extraordinario que escribí y dirigí originalmente en español con Carmen Pacheco y del que ya hablé en esta otra carta. Volver a grabar Blum en otro idioma nos pareció una gran oportunidad para que más gente pudiera conocer la historia de Emma, Clara y Ursula, pero también era un buen reto. Aparte de dirigir una ficción que se iba a grabar en un idioma diferente al nuestro, en nuestras cabezas sus personajes ya tenían una voz clara: la de la versión en español de Blum. Así que, como directores de ambas versiones, nos pareció que la mejor forma de abordar esta nueva versión era olvidando que ya existía una versión anterior de esta misma historia, y así tratar de encontrar las voces que mejor funcionasen para Blum en inglés.
De este modo es como la Emma de Vicky Luengo se convirtió en la Emma de Charlotte Vega, a Jacinto Bobo lo reemplazó Joe Manjón en el papel de novio de nuestra protagonista y Christina, la trabajadora de uno de los museos a la que recurre Emma en varias ocasiones durante su investigación, pasó de estar interpretada por Anahí Di Santo a ser Natalia Tena quien le dio vida. La única actriz que repitió del casting principal fue Nikki García, pero incluso en el caso de Nikki es muy curioso comparar ambas versiones para comprobar que la energía de su personaje no es exactamente la misma en inglés que en español. El idioma es transformador, y tratar de equilibrar y darle sentido a todo este nuevo reparto fue una de las dos cosas que más disfrutamos. La otra fue descubrir todos los matices que, a partir de nuestras indicaciones, cada nuevo actor y actriz aportaba a los personajes que estábamos viendo (más bien, escuchando) cobrar vida por segunda vez.
Al final, esta versión de Blum no solo ha sido una oportunidad y un reto, sino también una suerte: la que hemos tenido Carmen y yo de volver a grabar esta historia en otro idioma, para otro público y con un equipo de actores que han conseguido que la versión en inglés nos guste tanto como la versión en español. De algún modo, ha sido casi como abrir una puerta a un universo paralelo en el que Emma no se apellida Castillo sino Clark, una Emma que aunque también sigue la pista de una estudiante desaparecida mientras investiga la vida de una pintora suiza, no nació en España sino en Estados Unidos.
Salvando estos detalles y el cambio en el idioma y en el reparto, Blum en inglés cuenta la misma historia que Blum en español. Si ya escuchaste la versión original y decides escuchar la versión en inglés volverás a viajar por todas las ciudades y museos suizos que Emma visita durante su investigación mientras habla de Kandinsky, Paul Klee, Helena Blavatsky o John Cage teorizando sobre el sonido desde Manhattan.
Que hace unos días Blum se anunciara en Times Square es algo que voy a tardar en asimilar. Lo último que pensamos que podía llegar a pasar cuando decidimos abrir uno de los episodios de la serie con una cita de John Cage hablando del tráfico de Nueva York es que Blum acabaría anunciándose en esas mismas calles. No sé qué habría pensado Ursula de algo así, pero si esta acaba siendo la última parada de Blum, me parece una forma fabulosa de terminar este viaje.
4′33″
Traigo aquí este chiste de Asher Perlman publicado en The New Yorker porque me ha aparecido en el feed de Instagram mientras escribía lo que acabas de leer, como si al pensar en John Cage lo hubiera invocado.
El chiste hace referencia a su obra musical más conocida, de la que hablamos en Blum por varios motivos. La teoría del sonido que articula toda la obra de Cage tiene cierta conexión con el origen que imaginamos para la música que componía Ursula Blum, pero hablar de Cage nos servía también para introducir en la historia a Tony Conrad, discípulo de Cage y uno de los artistas expuestos en uno de los museos que por petición de Suiza Turismo debíamos incluir en la historia. Lo sorprendente fue acabar descubriendo que hablar de John Cage en Blum tenía más sentido del que pensamos originalmente, ya que así como Tony Conrad fue discípulo suyo, John Cage lo fue de Arnold Schönberg, uno de los miembros del grupo artístico El jinete azul en el que, en nuestra ficción, habíamos decidido que formara parte también Ursula Blum.
El proceso de escritura de Blum estuvo lleno de momentos como este. En alguna ocasión llegamos a sentir que la investigación de Emma era también la nuestra, ya que muchas de las piezas que necesitábamos que encajaran en la historia ya estaban ahí cuando las buscábamos. Pero sin ninguna duda, de todos los artistas a los que hemos llegado a descubrir gracias a Blum, hay una a la que merece la pena destacar.
HILMA AF KLINT
De Hilma af Klint ya habló Carmen este verano en su newsletter. Nacida al norte de Estocolmo en 1862, Hilma fue pionera del arte abstracto antes que pioneros del arte abstracto como Kandinsky, Mondrian o Malévich, pero su obra no fue descubierta hasta veinte años después de su muerte porque así lo pidió en una de sus últimas voluntades.
Llegamos a Hilma después de terminar Blum, y descubrir su historia fue extraño, porque podría haber sido perfectamente la artista que nos hubiera inspirado la historia de Ursula Blum. Prefiero no darte más detalles y limitarme a sugerirte que veas Beyond The Visible, un documental de Halina Dyrschka que repasa la vida y obra de Hilma af Klint con suficientes pistas para comprender no solo qué motivo aquella última voluntad sino también el puesto que debería ocupar en la historia del arte.
Esta carta termina aquí, pero volveré a escribirte dentro de poco para hablarte de un gato. Hasta entonces, me tienes en la plataforma anteriormente conocida como Twitter, en Instagram y desde hace poco también en Bluesky. Si has leído hasta aquí sin estar suscrito y te gustaría recibir cartas como esta en tu correo, puedes apuntarte desde aquí. Y si quieres compartir esta carta en tus redes sociales, puedes utilizar este enlace. ¡Hasta pronto!